El constante ensañamiento hacia Emilia Mernes: ¿críticas justificadas o doble vara?
NOTICIA
Abel Bustamante
6/4/2025


En el último tiempo, Emilia Mernes se convirtió en blanco constante de críticas. Algunas con fundamentos, otras rozando lo injustificado. En este repaso, intentamos entender qué hay detrás del fenómeno de las críticas masivas hacia la artista entrerriana.
Una nueva artista pop… y un nuevo nivel de exposición
Aunque los primeros pasos de Emilia Mernes en la industria musical comenzó hace años como vocalista de Rombai y luego con su primer álbum masivamente exitoso Tu crees en mí, su figura como foco de críticas constantes comenzó con la era MP3, su segundo disco de estudio, donde Emilia apostó a construir un universo inspirado en las estrellas del pop de los 2000s. Britney, Xtina, Beyoncé, Madonna, los Black Eyed Peas... figuras que marcaron a fuego toda una generación y que sirvieron de base estética y musical para lo que Emilia intentó recrear: un álbum visual, nostálgico, alegre, y orientado 100% al pop clásico dosmilero.
El problema es que con ese salto en su carrera, también llegó un nivel de exposición inédito. Y con eso, el juicio constante.
¿Sexualización de las infancias?
Uno de los primeros escándalos fue una producción de fotos donde se la veía sosteniendo peluches, juguetes, una casa de Barbie y objetos típicos de la niñez. ¿La intención? Recrear el universo infantil de los 2000s, ese en el que creció. ¿El resultado? Un aluvión de críticas acusándola de sexualizar la niñez.
Ahora bien, ¿fue realmente así? Todo indica que no. Emilia no jugó a erotizar la infancia. Lo que hizo fue, dentro de la estética de su disco, representar el mundo que habitaba cuando tenía esa edad. Lo perturbador acá fue más bien lo que algunos espectadores adultos decidieron ver ahí. Es decir, si algo fue sexualizado, no fue por la artista sino por quienes interpretaron esas imágenes desde una mirada prejuiciosa y quizá buscando intencionalmente acusarla de algo aberrante.
Emilia y su no participación en la política
Otro de los temas que más se le recrimina es su aparente desinterés por la política. En plena era de recortes, ataques a la cultura, y tensiones sociales, Emilia no ha tenido posicionamientos explícitos. El episodio más recordado fue una entrevista en la que, al preguntarle sobre la situación del país, miró a su representante, quien intervino diciendo: “No vamos a hablar de política”.
Desde ese momento, la acusaron de tibia, de hueca, de no comprometerse. Pero… ¿realmente es justo exigirle ese nivel de posicionamiento ahora? Emilia está en el auge de su carrera, apenas comenzando a conquistar mercados internacionales, en una industria que ya de por sí castiga más a las mujeres que a los hombres. En todo caso, es lógico que, como tantas otras artistas, elija esperar. Lali, María Becerra y muchas más empezaron a pronunciarse políticamente después de consolidarse.
Y no olvidemos esto: no vemos a nadie exigiéndole lo mismo a Duki, Trueno o Tiago PZK. A ellos no se los llama “tibios” si no opinan de política. La vara sigue siendo desigual.


Letras “vacías” y canciones “siempre iguales”
Otro de los blancos favoritos de sus críticos son sus canciones: que son frívolas, repetitivas, superficiales. Que no ofrecen nada nuevo. Pero… ¿acaso no es esto exactamente lo que propone el pop desde siempre? Emilia no es una cantautora folk, ni una baladista. Emilia quiere ser una pop star, y en esa lógica lo que importa es el ritmo, el hook, el show, y la conexión con el público.
Claro que tiene canciones profundas: La Balada, Guerrero, Mi Otra Mitad son buenos ejemplos. Pero su fuerte está en otra parte, en lo bailable, en lo escénico, en lo pegadizo. ¿Por qué se la critica por hacer bien lo que eligió hacer?
Entonces, ¿por qué tantas críticas?
Quizás la respuesta no esté ni en la música, ni en la estética, ni en lo político. Quizás tenga más que ver con algo estructural: con la incomodidad que todavía genera ver a una mujer joven, sensual, segura de sí misma y con ambiciones globales. Una mujer que se ríe, que goza, que conquista escenarios, y que se viste como quiere sin pedir permiso.
En un mundo que todavía castiga el éxito femenino, Emilia no necesita ser perfecta. Solo necesita seguir creciendo en sus propios términos. Y eso, para muchos, ya es demasiado.
En vez de criticar constantemente intentando, quizás, debilitar a ciertos artistas, deberíamos valorar a nuestras estrellas de la industria musical. Al fin y al cabo son quienes nos representan en el mundo y más allá de su participación política, o los errores y aciertos que pueden llegar a cometer, lo que buscan, como todo arte, es entretener.
